jueves, 12 de noviembre de 2009

La panza secadora

Había una niña que no tenia nada en el estómago, y era feliz, se sentía orgullosa de mantenerlo vacío, sin habitantes, limpiecito. Hasta ese día, en el que comprando un chocolate en la tiendita de la esquina, conoció a cierto niño... lo verdaderamente cierto es que al otro día la niña despertó con una secadora que le daba vueltas en la panza llena de mariposas. Se sintió tan feliz con sus nuevos animalitos, que quiso mostrárselos al niño y corrió a buscarlo.

En el camino jugó feliz con los perritos de la cuadra que soñaban con entrar a esa secadora redonda y perseguir las mariposas para darles un mordisco, pero la niña quería cuidarlas, así que los espantó.  Mientras pasaba por el rosal de la esquina, nuevas mariposas se asomaron a su panza y cuando ella abrió la tapa redonda y de vidrio en la que se había convertido su barriguita, entraron a revolotear en círculos, y unos niños traviesos, aprovecharon para meterse con una red, la niña que no era boba puso a girar su secadora y los niños no pudieron atrapar ni una mariposa, pero se divirtieron un rato girando hasta que salieron secos y limpios.

Por fin, ahí estaba el niño, el dueño de las mariposas de colores que la hacían tan feliz, esas maripositas que empezaron a volar cada vez más rápido de un lado para el otro, él miró asombrado la panza secadora de la niña y le pidió que lo dejara entrar, sin responder y sin pensar, la niña abrió su panza para el niño que se subió a una mariposa y empezó a jugar, eran felices, los dos.

Pero como en todos los juegos, la diversión tiene que terminar en algún momento, y después de jugar toda la tarde, la niña despertó bajo un árbol y el niño ya no estaba, así que se fue caminando a su casa tranquila con ganas de que llegara el siguiente día para volver a verlo. Pero en el camino, a lo lejos, vio una silueta extraña que se acercaba hacia ella, y cuando la tuvo cerca se dio cuenta que era una niña, que como ella también tenia panza de secadora, lo triste es que dentro no tenia mariposas ¡tenia al niño! pero pequeño, dormido, feliz, igualito; esa niña la miro con cara de pregunta, como diciendo -  ¿ y ahora qué vas a hacer? en ese momento el niño grande salió detrás de un árbol y la miró con cara de "lo siento", pero siguió su camino con esa niña y el pequeño él que dormía en la panza secadora.

Inmediatamente las mariposas de la niña cayeron convertidas en orugas y la panza secadora se detuvo, la niña se sentó en una esquina desde ese día y puso un letrero que decía-  Por $ 500 pesos  seque su ropa.

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